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+ Titulo original: Prisoner of my desire+ Autoconclusivo
Gilbert ha cometido un error al atacar a su vecino, Fulkhurst, y ahora este le ataca con saña. Su única oportunidad para recuperar las posesiones perdidas es obligar a su hermanastra, Rowena, a casarse con el anciano Lord Godwine de Lyons para que este le ceda sus tropas. Pero él muere antes de consumar el matrimonio, y es urgente para Gilbert que se conciba un heredero, antes de que se descubra lo sucedido. Con ese objetivo secuestran a un viajero cuyo único delito es ser rubio y con los ojos grises como Godwyne. Atado con cadenas a la cama y amordazado, Warrick sucumbe a la seducción de Rowena, pero un odio inmenso le corroe sabiendo que el objetivo es quitarle el hijo que el siempre soñó tener. Tres días después Rowena le facilita la huida, pero él esta decidido a regresar. El castillo es atacado, Gilbert huye y Rowena cae prisionera. Grande es su sorpresa al descubrir que Fulkhurst es el mismo hombre a quien violó. Y ahora ella es su objeto de venganza, convertida en criada y atada a la cama a la espera de tres días de pasión.Rowena Belleme se ve obligada por su hermanastro a contraer matrimonio con un adinerado Lord que está más cerca de la tumba que de otro lado, y que bien podría ser su abuelo. Sin embargo éste fallece en la mismísima noche de bodas, de forma fulminante y repentina. Pero aun así, para Rowena esto no significa libertad... Su hermanastro la obliga entonces a quedarse embarazada de un hombre desconocido, el cual ha sido secuestrado del pueblo expresamente para ese menester y hasta que ella no quede en cinta, estará maniatado en una cama, escondido de todos los habitantes del castillo. El elegido posee más o menos el mismo tono rubio en el pelo que una vez tuvo el recientemente fallecido Lord, por lo que así, con el tiempo, no habrá habladurías... Y es que su hermanastro cree tenerlo todo bajo control para poder conseguir todavía la deseada herencia del viejo.

Johanna Lindsey es una de esas autoras que toda buena amante de la romántica histórica ha debido o debe catar alguna vez en su vida (¡es una autora must!). Algunos de sus libros (tales como Tierna fue la tormenta, Corazón indómito, Tempestad salvaje, Ángel, entre otros) los recuerdo con mucho cariño porque, más allá de haberlos adorado de principio a fin, fueron de mis primeras lecturas del género. No se puede negar que Johanna es una de mis autoras favoritas por excelencia. Leer algo suyo es siempre una aventura y un placer inmenso. Sus historias son apasionantes, con todos los ingredientes necesarios para que tomen ese camino directo a mi corazón; historias con protagonistas especiales, bien definidos, que atraen desde un primer momento y en definitiva, inolvidables. Esclava del deseo es uno de sus títulos autoconclusivos, publicado originalmente en 1991 y, aunque no es ni mucho menos de sus primeras obras ni publicaciones, podríamos calificarlo como clásico por razones evidentes. Como dato curioso os diré que Johanna ya tenía una buena trayectoria como escritora (casi 20 libros escritos antes del susodicho) cuando Esclava del deseo fue publicado.
Esclava del deseo es un libro que llevaba algo así como tres años en mi estantería, edición pequeña de los coleccionables de RBA. Me lo regalaron junto con otro título de la autora (Había una vez una princesa), el cual leí por aquella época. Ya que el periodo en el que está basado este libro no es de mis favoritos, la época medieval, lo postergué. Y señores, me estaba perdiendo una historia preciosísima, que me dejaría maravillada y que devoraría. No hagáis lo mismo que yo, no lo dejéis para otro momento si lo tenéis.
Lo cierto es que la narrativa de la autora en esta ocasión puede parecer más densa que en cualquier otra de sus novelas (pero igual de maravillosa). Esto no quiere decir que el ritmo no sea agradable para el lector, solo que no nos encontramos con demasiados diálogos ni florituras, y es que sencillamente no es necesario. Diálogos, sí, los justos, pero intensos e ingeniosos. En definitiva es que el estilo de la autora es así: intenso, adictivo, absorbente. Cuida cada detalle y eso es algo notable.
Rowena y Warrick son explosivos, juntos y por separado. Rowena me ha parecido muy fuerte, tenaz y decidida para la época en la que vive, pero me ha encantado su personalidad (las protas débiles no me gustan, me ponen de los nervios de hecho). Por ejemplo, referente a las escenas hots, el acto sexual, -siendo ella lo que es, una dama-, que no se arrepienta al momento, que no le dé esa vergüenza o recato que podemos encontrar en otra protagonista de cualquier ambientación pero más en la histórica, le ha sumado muchos puntos. Así me gusta, que sea decidida independientemente de lo dicho anteriormente, que no se arrepienta de lo hecho, sin sustos o temores por el qué dirán, que no esté todo el rato "quiero pero no". Una protagonista femenina así para mí es amor absoluto. Por otra lado, Warrick sigue en la línea de los hombretones fuertes, sexys y adorables a los que Johanna nos tiene acostumbradas. A él sí que lo veo más hecho a su época. Testarudo, duro, de ideas fijas, pero al final ya se sabe, adorable y tierno.
Esclava del deseo ha sido como conclusión una gran lectura. Una historia de amor repleta de aventuras, malentendidos, mentiras, rencor, pasión... Todos esos ingredientes que la hace perfecta para lectoras como yo. Que no te eche para atrás el título o portada, que ya sabéis lo que se suele decir: la belleza reside en el interior.